El estilo griego clásico surgió en el año 600 a. C. y éste se mantuvo hasta aproximadamente el año 146 a. C.
Los griegos mayormente utilizaban la piedra caliza y el mármol para sus construcciones y sus diseños se caracterizaban por el uso de columnas y capiteles. Las columnas funcionaban como los pilares y los capiteles eran los remates de esas columnas.
En el estilo griego clásico predominaban 3 órdenes arquitectónicos:
El dórico era el más sencillo, el jónico tenía más detalles, tanto en la base como en el capitel, y el corintio era el más elaborado, con ornamentos que eran verdaderas esculturas.
Podemos citar como ejemplos del estilo griego clásico el Templo de Zeus y el Partenón.
El estilo romano clásico dominó entre el año 509 a. C. y el siglo IV d. C. En sus construcciones imperaban los arcos que además de darles fortaleza a los edificios, tenían una finalidad estética.
Dentro del estilo romano podemos encontrar el toscano (más sencillo) y el compuesto (que le daba toques florales a los capiteles).
Como ejemplo de estas construcciones tenemos el famoso Coliseo Romano.
El estilo románico surgió durante la Edad Media, y sus construcciones predominaron entre el año 1000 y 1140.
Este estilo está caracterizado por su sencillez. Las construcciones cuentan con grandes muros y arcos semicirculares y también hacen uso de los pilares. Una característica típica de este estilo son las bóvedas de arista, que son los espacios utilizados para cubrir lugares cuadrangulares entre cuatro arcos.
En la actualidad existen diversos ejemplos con este estilo, como la Torre de Pisa, la Abadía de Vézelay y basílicas como la de San Ambrosio en Milán y la de Santa María del Capitolio, en Colonia, Alemania.
El estilo gótico floreció al final de la Edad Media en Francia, aproximadamente entre los años 1140 y 1520.
Gran parte de las construcciones góticas pertenecen a la Iglesia católica. Se caracterizan por el arco de ojiva con su típica punta, que permitía repartir mejor el peso de los techos y las bóvedas con nervios diagonales.
En las construcciones góticas se buscaba transmitir la sensación de amplitud y altura. Asimismo, muchas de estas construcciones se complementaron con hermosos vitrales.
Como representantes de este estilo tenemos las catedrales de Notre-Dame y de Reims (en Francia) y la de Burgos (en España).
El Renacimiento trajo un gran impacto en todos los sectores del arte y se reflejó fuertemente en la arquitectura. Se inició en Italia, pero se proyectó rápidamente por toda Europa, donde tuvo su apogeo entre los años 1425 y 1600.
La simetría fue la característica principal del estilo renacentista, como también las cúpulas clásicas y los arcos de medio punto, que llegaron para substituir a los arcos de ojiva que sobresalían en el estilo gótico.
Algunas construcciones representativas del estilo renacentista son la Basílica de San Lorenzo en Florencia, el Palacio de Fontainebleau en Francia y El Escorial en España.
El estilo barroco tuvo origen aproximadamente en 1600 y se mantuvo en alta hasta 1800.
Las características que resaltan en este estilo son la ostentación y el derroche. La iluminación también tuvo un papel importante en este estilo, ya que las sombras ayudaban a componer el diseño.
Podemos citar como bellos ejemplos del estilo barroco el Palacio de Versalles (Francia) y la Catedral de Zacatecas, en nuestro país.
El rococó tuvo inicio en Francia y se hizo evidente entre el año 1720 y 1789. Surgió con el objetivo de dar contraste al estilo barroco. Eliminaba la ostentación y le daba lugar a las curvas, las formas asimétricas, los colores suaves y los diseños más elegantes y complejos.
Como ejemplos del estilo rococó podemos citar el Palacio de Catalina, residencia de verano de los zares de Rusia, y el Palacio Nacional de Queluz, en Portugal.
El estilo neoclásico surge aproximadamente en el año 1715 y su apogeo culmina en 1820, aproximadamente.
El neoclásico se destaca por su simplicidad, donde sobresalen las líneas amplias y elegantes, así como las proporciones perfectas. La simetría era otra de sus características principales, así como la amplitud de sus edificios.
Podemos citar como ejemplos de este estilo arquitectónico el Museo del Prado en Madrid, El Arco del Triunfo en París y la Casa Blanca en Washington.
El estilo modernista se hace presente entre los años 1885 y 1910. En este periodo se restauró el romanticismo y hubo una producción en masa de bellos y sencillos edificios.
El hierro forjado y los cristales predominaban en sus construcciones, revalorizándose el trabajo artesanal. La simetría le da lugar a la irregularidad y lo ondulado y se busca inspiración en las formas de la naturaleza.
Un representante de este estilo es el español Antonio Gaudí, que con su irreverencia sorprendió al mundo a través de sus edificaciones. Podemos citar como obras representativas de este estilo, el Parque Güell, la Casa Batló y la Casa Milá.
Este estilo se originó en Francia a inicios de 1920 del siglo XX. Sus líneas rectas, patrones geométricos y colores alegres definen este estilo arquitectónico.
El art déco está muy presente en el barrio de Colonia Condesa en Ciudad de México, donde se mezcla con los colores ardientes y los patrones geométricos que también caracterizan a la cultura azteca. Alrededor del Parque México podemos encontrar bellos ejemplos de art déco.
La arquitectura como arte y técnica de diseñar, proyectar y construir edificios, se ha ido modificando a través de la historia y nos ha dejado esos legados tan importantes para toda la humanidad.
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